martes, 23 de febrero de 2010

¿Clarividencia?

Los amos del mundo. Arturo Pérez-Reverte. El Semanal. 15-11-1998


Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran
puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla antro del computador, su futuro y el de sus hijos.
Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o un
índice de probabilidad del cero coma cero cuatro.
Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron
en Harvard e hicieron un máster en Tokio, o al revés, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a la de Wall Street ,
y dicen en inglés cosas como long-term capital management, y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos
multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el partido del domingo.
Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un furgón
cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará el consuelo de ir en la silla de
ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas,
tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre terminan por hacerlo
suyo. Porque siempre ganan ellos, cuando ganan; y nunca pierden ellos, cuando pierden.
No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada
tienen que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los
poderosos de la Tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro.
Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder. El riesgo es mínimo. Los avalan premios Nóbel de Economía,
periodistas financieros de prestigio, grupos internacionales con siglas de reconocida solvencia.
Y entonces el presidente del banco transeuropeo tal, y el presidente de la unión de bancos helvéticos, y el capitoste del
banco latinoamericano, y el consorcio euroasiático, y la madre que los parió a todos, se embarcan con alegría en la
aventura, meten viruta por un tubo, y luego se sientan a esperar ese pelotazo que los va a forrar aún más a todos ellos
y a sus representados.
Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en la segunda, que el chollo es el chollo, e
intereses de un tropecientos por ciento no se encuentran todos los días. Y aunque ese espejismo especulador nada
tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la gente en la calle, todo es euforia, y palmaditas en la
espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de divisas. Y esto, señores, es Jauja.
Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino
exactamente eso: alto riesgo de verdad.
Y entonces todo el tinglado se va a tomar por el saco. Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más
peso en la economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces, ¡oh, prodigio!, mientras que los beneficios eran para
los tiburones que controlaban el cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no.
Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de esos pijolandios que juegan con la economía
internacional como si jugaran al Monopoly, recaen directamente sobre las espaldas de todos nosotros.
Entonces resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos, y las pérdidas hay que socializarlas,
acudiendo con medidas de emergencia y con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda. Y
esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la paga con su pellejo, con sus ahorros, y a veces con
su puesto de trabajo, Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos
que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida.
Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa de países pobres, pero nunca faltarán
fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena.
Así que podemos ir amarrándonos los machos. Ése es el panorama que los amos de la economía mundial nos deparan,
con el cuento de tanto neoliberalismo económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza.

Asociación Cultural Altrantrán

4 comentarios:

Fer dijo...

¡Pero vamos a joderlos!...

cronopia dijo...

Tú crees, Fer. Y cómo? Por lo de pronto algunos amigos ya empiezan a perder su trabajo. Los jodidos no son ellos, sino los de siempre.

Fer dijo...

Su peor enemigo está con ellos y de nombre CODICIA, esa acabará con ellos. ¿Soy un utópico?. Probablemente ellos sean los que acaben con su impunidad y paguen lo que están haciendo...al tiempo.

Carmen dijo...

Hola mis amigos, aquí paso lo mismo comenté ayer pero hoy se esfumo, así que no comento nada, nos vemos y nos abrazamos y así la conexión es más humana.
Besos