jueves, 15 de julio de 2010

De Espejos, Máscaras y Bazares













El Bazar

Esta noche no se cual es la búsqueda, así, que te dejo a ti que escribas lo que deseas expresar y saber; ¿por qué misterio te adentras en mi casa o la tuya, para saber qué , para encontrar: necesidad de búsqueda mas allá de tu espacio?
No se si sabes que nada aquí es perpetuo o que las cosas se van intercambiando de acuerdo al movimiento en que se sumergen tantos y tantos sueños! A duras penas logro encontrar un sentido, significado y demás a todo esto. En fin algo será! o no!
Los mudos espacios: misterios que se abren a través de las ventanas; lugares en que se deleitan las sensaciones del cuerpo primigenio.
Me pierdo y no encuentro los mares en que se adentran las olas y las mareas. ¡Dime un nombre! Quiero reconocerme en ti.

No se cual es la pregunta, aunque tampoco indago en sus respuestas. Las horas pasan veloces o se detienen, en un punto en el cual no existe nada que uno puedo intercambiar, excepto, el sonido distante del silencio, expandiéndose en los océanos profundos del oído. Es un angustioso ruido: el silencio nunca estuvo tan lleno ni tan vacío de silencios, y el espanto nunca fue tan austero como, un espacio vacío, un punto que apenas se distingue entre la vacuidad de nosotros mismos. Y toca esperar en la vía del tren, toca el misterio de la niebla, la serenidad de los pasos o el aleteo de los pájaros en una tarde de invierno.
Cuando las nubes se despiertan dando paso al nuevo día que toca o algo parecido a ello.
Cuando en ese punto se entrecruzan los caminos de todos los mundos y los viajeros salen al espacio y se sientan a tu lado, su vigilia y la tuya se reencuentran en ese preciso instante: este espacio que no existe en parte alguna.
No se puede definir, no se puede expresar, es solo una sensación: algo incorpóreo, translúcido, como un sueño. Tienes la certeza de que no es así, que estás en tu casa, pero las paredes se desfiguran, tus manos, el rostro, todo se evapora hacia otro lado, en el que tu existes y desde el cual te puedes ver a ti, en esa silla tecleando incesante el ordenador o parando a escuchar el ruido amable de la casa y tu no estas ahí, pero te observas.
Es algo como una perplejidad absoluta de un mundo que no sabes que es una dualidad o triplicidad porque aun por encima de esos dos planos puedes ver un tercero mas, un cuarto y así en sucesión de cascadas como esos espejos a través de los cuales tu imagen se refleja hasta el infinito
Y que azar del destino casualidad o sincronía o como se quiera llamar ese espacio y ese espejo estuvo ya en mi casa.
Comprado como no! en un bazar chino

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